Midori Goto nació en 1975 en el sur de Japón, Miyazaki. Desde su infancia ha crecido rodeada de la tradición y la cultura japonesa más auténtica. Criada en un hotel tradicional junto a su familia, aprendió los diferentes aspectos de la famosa hospitalidad japonesa: la cocina, presentación de los platos, arreglo floral japonesa (ikebana), pintura japonesa (sumie), origami y fabricación de kimono. Gracias a las enseñanzas de su abuelo, pronto despertó en ella su pasión por la naturaleza y las bellas artes japonesas. Por parte de su abuela, quien regentaba este hotel tradicional, fue educada en etiqueta y el trato a los huéspedes. Después de bachillerato, ha estudiado Bellas Artes en la Universidad de Kagoshima. Sin embargo, siempre estuvo muy interesada en el arte occidental así que viajó por Europa durante un año. Desde 2000, trabaja haciendo murales en restaurantes, guarderías, cafeterías y domicilios particulares tanto en Londres como en Tenerife. Lleva viviendo en nuestras islas desde 2004 y desde entonces no ha parado de trabajar enseñando la cultura japonesa en: centros infantiles, colegios, centros de mayores, ayuntamientos e incluso museos. Ha colaborado con TV Canaria (enseñando origami en “Chiquito Club”) y con la Fundación Caja Canarias en diferentes talleres de cultura japonesa: sumie (pintura japonesa) y origami. También con El Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz: kimono, caligrafía y origami. Del mismo modo, en la Casa Japonesa de Santa Cruz dando talleres de origami, cocina japonesa y pintura japonesa. Hay que mencionar su labor como profesora de japonés, tanto en clases privadas como en el Máster de Interpretación Internacional de La Universidad de La Laguna. Su amor y cariño por nuestra tierra y por su raíces la han movido a querer compartir sus conocimientos de Japón con cual quiere persona que quiera aprender, sin importar su edad o su género ni situación económica.
Furoshiki es una tela cuadrada que se utiliza para envolver los objetos.
Es una técnica ancestral japonesa, que nació cuando la gente que acudía a las termas necesitaba distinguir su ropa de la de los demás. Más tarde su uso se extendió a otro aspecto: envolver botellas, bentos (caja de comida).
El Furoshiki se adapta a cualquier forma, tamaño y peso, lo que lo convierte en un método muy versátil, útil y práctico.
Ventajas que aporta este arte:
Práctico para transportar o llevar los objetos
Las diferentes formas de envolver cualquier objeto hace que todo sea más ligero y ocupe poco espacio.
Se adapta a la moda. Cada tela tiene un diseño y unos colores que se adecúa a cada estilo.
Muy llamativo y ofrece infinitas combinaciones. Dependiendo de cómo se hace el nudo obtenemos estilos diferentes. Por ejemplo, se pueden hacer mariposas, flores, conejos, etc.
Si lo regalas a una persona puedes utilizar un diseño personalizado, lo cual aporta un extra al regalo.
Sumi-e es la pintura japonesa con tinta china utilizando el pincel japonés. Sumi significa “tinta china” y e significa “cuadro” pero tinta china extraída de la madera de pino carbonizada. Sumi-e consiste dibujos simples de motivos naturales a base de trazos y pinceladas pero con significado muy profundo. Esta técnica nació en China y fue introducida en Japón por los monjes budistas zen. Por eso este arte va unido a la relajación del cuerpo y la mente. Cada pincelada va acompañada de la respiración. También se coge el pincel sin ninguna fuerza para que este se mueva libremente.
No existe el error en Sumi-e; si cae una gota de pintura sobre el papel, no pasa nada, pues de ahí puede nacer un nuevo trazo, un nuevo detalle que embellezca nuestro diseño, por lo que estamos liberados del miedo a equivocarnos.
En otras palabras: podemos decir que nace una obra de arte al relajarnos totalmente; al desconectar nuestra mente de toda tensión y estrés.
Ventajas que aporta este arte:
Requiere de poco material y poco tiempo para una bonita imagen.
Resultados llamativos
Mejora de la capacidad de coordinación
Origami es la técnica japonesa de plegar papel. Etimológicamente ori significa “doblar” y kami, “papel”. Nació en China y pronto se trasladó a Japón, donde rápidamente se extendió y perfeccionó. Debido a lo costoso y escaso que era el papel en la isla, este arte estaba reservado a la nobleza. Tal era así que incluso era un sello distintivo y podía distinguirse la educación y el rango de todo aquel que lo practicara. Con el paso del tiempo, el papel se volvió un material más común y estuvo al alcance de un público más amplio, con lo que alcanzó un mayor protagonismo.
En Japón se utiliza no solamente como algo decorativo, sino incluso práctico, como por ejemplo para la fabricación de cajas, adorno o juguetes. A fin de cuentas, se trata de optimizar: se reutiliza el papel infinidad de veces (cabe tener en cuenta que el papel en Japón es de mejor calidad y es mucho más resistente); se pueden plegar los objetos, por lo que se pueden transportar sin ocupar espacio; y pesa poco, lo que ayuda también a su traslado. Pero no acaban aquí sus ventajas.
A su practicidad se añade que es un material muy común y muy económico, por lo que cualquier persona puede disfrutarlo sin apenas gastos.
Lo mismo ocurre con el tiempo: en apenas unos minutos podemos hacer un par de pliegues y con ello conseguir una pequeña pieza que más tarde se unirá a otras ya realizadas o a realizar. Como vemos, no nos supone mucho tiempo y se puede aprovechar cualquier período breve de tiempo para realizarlo, como en una sala de espera o en la parada de la guagua.
Tampoco hay límite de edad a la hora de empezar a practicarlo. En Japón es muy común que en los centros de mayores se presenten grandes mosaicos y murales realizados por todos los ancianos y ancianas en los que cada uno aporta sus pequeñas piezas a una obra mayor y común. En edades más tempranas también están demostrados sus beneficios. Origami se utiliza en las clases de matemáticas: con ello no sólo se aprende a calcular, sino que también es más fácil memorizar las diferentes formas geométricas. Del mismo modo, también lo pueden realizar personas con discapacidad.
Tal es así que incluso el origami está reconocido en Japón como una terapia de rehabilitación para mejorar la destreza en los dedos y las manos para las personas que han perdido la movilidad de esa zona. Existen numerosos diseños de papel, pero también hay miles de formas y miles de combinaciones. Podemos obtener pequeñas figuras o unirlas entre sí hasta alcanzar mayores obras.
Las posibilidades son infinitas. Con ello, se mejora la capacidad creativa así como la imaginación. Es una constante fuente de motivación. Por último, como todo arte, en especial japonés, es muy utilizado para relajarse, para liberar la mente del estrés del día a día, para aumentar nuestra paciencia y mejorar nuestro buen humor.